SATISFACCIÓN LABORAL
Del latín satisfactio, Satisfacción es la acción y efecto de satisfacer o satisfacerse.
La noción está vinculada a saciar un apetito, compensar una exigencia,
sosegar las pasiones del ánimo, pagar lo que se debe o premiar un
mérito.
Laboral, por otra parte, es lo perteneciente o relativo al trabajo.
Este término tiene varios significados, siendo el más frecuente aquél
que refiere a la medida del esfuerzo realizado por los seres humanos. El
trabajo es uno de los tres factores de la producción, junto al capital y
la tierra.
Estas definiciones nos permiten comprender la idea de satisfacción laboral, que es el grado de conformidad de la persona
respecto a su entorno de trabajo. La satisfacción laboral incluye la
consideración de la remuneración, el tipo de trabajo, las relaciones
humanas, la seguridad, etc.
La satisfacción laboral incide en la actitud del trabajador frente a
sus obligaciones. Puede decirse que la satisfacción surge a partir de la
correspondencia entre el trabajo real y las expectativas del
trabajador.
Estas expectativas, por otra parte, se forman a través de las
comparaciones con otros empleados o con empleos previos. Si una persona
nota o cree que está en desventaja respecto a sus compañeros, su nivel
de satisfacción laboral desciende, al igual que si considera que su
trabajo anterior le ofrecía mejores condiciones.
A mayor satisfacción laboral, mayor compromiso del trabajador con sus tareas y mayor motivación.
En cambio, cuando el grado de satisfacción laboral es bajo, el
trabajador no siente el peso de la responsabilidad con mucha fuerza y no
pone suficiente empeño en su actividad diaria.
Consejos para aumentar la satisfacción laboral:
Contratar a las personas adecuadas para cada puesto:
Si bien este punto parece no estar directamente relacionado con la
motivación y el estado de ánimo de los trabajadores, resulta
fundamental, ya que sólo a través de un plantel adecuadamente capacitado
para cumplir con sus obligaciones
es posible crear un ecosistema sano y productivo, que no se frustre
ante los fallos y que sea capaz de levantarse y aprender de sus errores.
Crear lazos con los trabajadores: Sin importar la antigüedad
de un empleado, es necesario mantener con él un lazo estrecho y
continuo de comunicación, para recordarle día a día la filosofía de la
empresa, para hacerlo partícipe de las novedades, para agradecerle por
su esfuerzo y ayudarlo a superar sus problemas laborales. La oficina no
suele ser un buen lugar para los sentimientos, pero las relaciones entre
individuos de diferentes jerarquías tampoco deben ser artificiales; el
secreto del éxito de una
compañía reside en los rasgos particulares de los seres vivos que la
integran, y por ello es tan importante que se conozcan y que se
enriquezcan mutuamente.
Contar con un sistema de incentivos:
El dinero no es todo,
pero suele formar parte de la base de cualquier relación laboral. Además
de un salario justo, y de sus eventuales aumentos, nunca está de más premiar la entrega y la constancia
con dinero, bonos, promociones exclusivas o invitaciones a eventos,
entre las muchas opciones que suelen usar las empresas. Cabe mencionar
que no importa el valor monetario de la compensación, sino demostrarle al trabajador que su esfuerzo es tenido en cuenta.
Promover el trabajo en equipo:
Este es quizás uno de los
objetivos más difíciles de lograr en ciertos ámbitos muy competitivos,
pero una de las formas de organización que más retribuyen cuando se
implementan adecuadamente. El trabajo en equipo
nos permite aprender de nuestros compañeros, y también nos ayuda a
conocernos más a nosotros mismos; nos vuelve más creativos y nos enseña
lecciones imprescindibles para crecer como profesionales y como
personas.
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